Había una vez un gato que vivía en
una casa y se llamaba Pelusa. Era un gato gordo y mimado ya que su
dueña le consentía mucho. En el mes de octubre su ama se fue de
viaje a ver a unos parientes. Ella le dijo a su gato: “Pelusa, la
vecina te traerá la comida todos los días, no te faltará de nada”.
Y se marchó.
La vecina era una señora envidiosa y
cotilla que no quería a los animales. Pasaban los días y Pelusa
tenía mucho hambre. La vecina no le llevaba la comida pues se había
gastado todo el dinero que había dejado su dueña. El gato Pelusa no
podía más y tuvo que tomar una decisión: escaparse y coger comida
de la calle.
Al ser un gato casero no sabía cazar y
saltaba y saltaba pero no cazaba nada. En la casa de una vecina oyó
cantar y vio a un canario gordo y hermoso que le dijo: “Si me sacas
de la jaula yo te daré toda la comida que quieras”. Y así fue. El
gato se lo agradeció mucho y se hicieron muy buenos amigos.
Amaya Rodríguez 4º de E. Primaria
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